En 1910, el Premio Nobel Robert Koch predijo que «un día el hombre tendrá que luchar contra el ruido tan ferozmente como contra el cólera y la peste».
Recientemente, el semanario médico británico The Lancet ha publicado un artículo en el que denuncia la poca atención que recibe la contaminación acústica, a pesar de sus graves efectos negativos a largo plazo, no sólo sobre la salud de las personas, sino también sobre el medioambiente, afectando a especies marinas y terrestres y dificultando la biodiversidad. Por ello, la revista reclama que se fijen unos objetivos nacionales de huella acústica para que los países se sometan a ellos, al igual que se hace, por ejemplo, con las emisiones de CO2. En general, destacan que existe una necesidad universal de mejorar la aplicación de las políticas relativas al ruido por parte de los gobiernos.
Según datos de la OMS, sólo en Europa occidental se pierden anualmente al menos un millón de años de vida sana (años de vida ajustados en función de la discapacidad, AVAD), debido al ruido ambiental provocado por el tráfico. Como señala, The Lancet: «Es hora de que las implicaciones sociales y medioambientales de la contaminación acústica y su efecto en la salud pública reciban más atención y pasen a ser una prioridad antes de que se conviertan en una epidemia planetaria». La Oficina Regional para Europa de la OMS ha elaborado directrices exhaustivas sobre el ruido ambiental para diferentes fuentes y entornos que pueden servir como orientación a las autoridades locales, nacionales e internacionales.
Y es que, actualmente, el ruido es un problema de salud para uno de cada cinco ciudadanos de la UE, como mínimo. Como es un agente que daña directamente el sistema auditivo, puede provocar pérdida de audición y tinnitus. La perdida de audición puede ser provocada por una exposición única a un ruido muy fuerte o por la exposición continua a ruidos de menor intensidad (exposición constante a largo plazo a niveles de presión sonora superiores a LA 75-85 dB). Respecto al tinnitus, su prevalencia en Europa es preocupante, ya que se estima que la padecen uno de cada siete adultos.
Pero, además, más allá de sus efectos sobre el sistema auditivo, el ruido puede tener otras repercusiones sobre la salud: enfermedades cardiovasculares, molestias, trastornos del sueño y alteraciones del rendimiento cognitivo. En este sentido y según los cálculos de la revista británica, «la carga de morbilidad estimada en AVAD perdidos por el ruido ambiental sólo en los países de Europa occidental, equivale a 61.000 años por cardiopatía isquémica, 45.000 años por deterioro cognitivo en niños, 903.000 años por trastornos del sueño, 22.000 años por acúfenos y 654.000 años por molestias». Por otro lado, se ha demostrado, por ejemplo, que la disminución de la contaminación acústica en las escuelas reduce los niveles de molestia y mejora de las capacidades cognitivas de los niños.
The Lancet considera necesaria «una mejor aplicación de la Directiva sobre el ruido ambiental -la principal norma de la UE para identificar y abordar los niveles de contaminación acústica- para proteger a las personas de la exposición nociva al ruido ambiental». Sin embargo, añade que «un problema importante es la escasez de datos de todos los países, y más concretamente de las zonas central y oriental de la Región Europea de la OMS, lo que significa que no es posible evaluar la carga de morbilidad derivada del ruido ambiental para toda la Región».
Finalmente, algunos consejos para mejorar la situación. El artículo señala que, además de las reformas sociales y la mejora de la planificación urbana, se puede hacer mucho a nivel individual para minimizar la contaminación acústica: «Reducir la huella acústica individual es una buena manera de empezar. En el caso de vivir en zonas con ruido de tráfico junto a la carretera, los dormitorios pueden trasladarse al lado más silencioso de la casa: el ruido impide que disminuya la presión arterial nocturna, lo cual es importante para que el cuerpo se relaje. Los cambios en el estilo de vida, como convertir el bajo nivel de ruido en una prioridad (al comprar vehículos, aparatos de aire acondicionado, batidoras, etc.) o buscar lugares tranquilos, sobre todo los fines de semana y durante las vacaciones, pueden ser eficaces a largo plazo. Las personas pueden alzar la voz en sus lugares de trabajo, concienciar y educar a los niños sobre los efectos negativos de la contaminación acústica en la salud y la biodiversidad».
Lo bueno es que, a diferencia de lo que ocurre con muchos otros contaminantes, el ruido puede detenerse de forma instantánea.
FUENTE: The Lancet.