La venta de una zapatería con una arquitectura única en pleno corazón de Madrid ha generado alarma entre arquitectos y profesionales del interiorismo. El local, un ejemplo de brutalismo clásico con una fusión de mármoles y maderas tropicales, ha sido vendido por 875.000 euros a compradores privados a través de la inmobiliaria de lujo The Sibarist. La posible demolición de esta joya arquitectónica reabre el debate sobre la protección de edificios icónicos y el equilibrio entre el desarrollo inmobiliario y la conservación patrimonial.
El local, situado en el número 55 de la calle Jorge Juan, es una obra poco conocida pero muy valorada en el mundo de la arquitectura. Concebida inicialmente como una zapatería por encargo del empresario del calzado Manuel Losada, nunca se llegó a abrir al público, probablemente por motivos de sobrecostes y demoras en su construcción, aunque las razones exactas no están claras. A pesar de esto, el edificio quedó prácticamente completo y su singularidad era evidente. El arquitecto Francisco Alonso, que colaboró con figuras como Alejandro de la Sota o Francisco Javier Sáinz de Oíza, proyectó este espacio casi más como una sala de exposiciones que como una zapatería convencional. Su diseño, que combina mármol negro de Calatorao, travertino rojo de Almería, ónix verde de Irán y madera de iroko, lo ha convertido en un lugar único. La zapatería se convirtió en un pequeño mito en la comunidad de arquitectos y periodistas especializados y de 2017 a 2021 se logró una apertura parcial del espacio gracias a un acuerdo con la Escuela de Arquitectura de Toledo. Por lo demás, se trata de una obra que ha estado oculta durante décadas.
Su reciente adquisición por capital privado español y boliviano ha despertado la alarma entre la comunidad de arquitectos y profesionales del interiorismo, debido a la preocupación de que esta obra maestra arquitectónica pueda desaparecer. Hay que tener en cuenta que se trata de un edificio que ha sido valorado por su diseño excepcional y su uso de materiales de alta calidad, siendo considerado una rareza en la ciudad de Madrid. Su venta y la posibilidad de que sea demolido ponen sobre la mesa la importancia del debate sobre la protección de edificios icónicos y la necesidad de preservar el patrimonio arquitectónico. Aunque se ha iniciado un expediente para proteger el local, el Ayuntamiento madrileño aún no ha ejecutado esta medida. Persiste, por tanto, la preocupación por la posible la desaparición de esta obra única, que supondría una pérdida significativa para la arquitectura y la historia de la capital española.