Los ladrillos ISObric, presentados recientemente por la empresa austriaca Wienerberger dentro de su gama de productos Porotherm, son mucho más ligeros que los tradicionales y ofrecen un aislamiento excepcional.
Se trata de ladrillos monomuro hechos con arcilla procedente del desarenado de depósitos de agua muerta y con aditivos naturales, como cenizas de carbón, cáscara de arroz o serrín. Están diseñados con tres filas de celdas que se rellenan con aislamiento de lana de roca de 20 centímetros de espesor.
Su diseño único, que se ajusta a los estándares de la Regulación ambiental 2020, asegura un confort térmico óptimo durante todo el año y una posible ganancia de espacio habitable, pudiendo reducir los costes energéticos de las construcciones. ISObric destaca por su sorprendente capacidad aislante, alcanzando un un rendimiento térmico sin precedentes: R = 2 m².K/W. Además, ofrece un excelente aislamiento acústico, junto con una baja absorción de agua y una gran resistencia al fuego, al tratarse de un material incombustible.
Pensando en los profesionales, los ladrillos ISObric son mucho más ligeros que los convencionales. Su peso inferior a 18,5 kg facilita su manejo en la obra, y sus dimensiones estándar (500×200×299 mm) garantizan su adaptabilidad a diferentes proyectos. A pesar de que son un 60% más ligeros que otros ladrillos convencionales, no merma su resistencia o durabilidad a la compresión, dos características esenciales en muros de carga.
El proceso de construcción con estos ladrillos es hasta un 30% más rápido que el realizado con bloques de hormigón tradicional, por lo que contribuye al ahorro de tiempo y recursos. Aunque el costo inicial puede ser ligeramente superior (alrededor de 2.000 ó 3.000 euros más para una casa unifamiliar), la inversión se amortiza rápidamente debido al ahorro de energía que se logra.